Un mal de recuerdos resonantes que lo seca todo por dentro. Nada de lo que recomiendan los médicos, los chamanes y unas cuantas brujas me sirve.
He ido con los oídos bien abiertos para comprender el aire, y este siempre regresa, casi siempre con arena de otro sitio.
No hay mucho que hacer, mas que sentir el corazón sin calma, loco perseguido que tampoco huye. Dicen que perdonas, que luego vives con ello, pero es que ese aire sigue dando vueltas. Asfixia todas las aguas que pueden beberse, y saben a nada después de eso.
Un montón de deseos intencionados por las costumbres tampoco ayuda. Las palabras de otros quieren sanarte, pero esos otros tienen carbón en lugar de regalos. No sirve, es la verdad.
Serviría, quizá, que alguien narre con intimidad cómo a veces le pone una manta tibia a su ira, hasta que se duerme, solita.
Un poco de honestidad un día de estos nos vendría bien.
viernes, julio 13, 2018
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