viernes, julio 18, 2014

El gemelo malo, el gemelo bueno

Así de fácil: uno de mis ovarios es malo y el otro bueno ¿Cómo lo sé? Por ejemplo, este mes que pasó me vino el periodo y no pasó absolutamente nada. Pocas cosas que no molestan a nadie: ganas de ver una película emotiva, ganitas de chocolate, ganitas de picante. Acurrucarse, taparse con una cobija y ya.  Al día siguiente llega el periodo, la vida continúa. Pero cuando llega el siguiente mes y el otro ovario es el que ha trabajado, llega la hecatombe, llega la ignominia, la pobreza artística. El mundo es un lugar hostil, los antojos de comida ya satisfechos producen naúseas, y ese ovario derecho, ese, duele a veces como si dentro de mi cuerpo se hubiera quedado atorado un meteorito que quiere brincar para otro cielo. La piel de mi cara es horrible, y los ojos se me hunden. El estómago tiene su propia revolución, y el cabello es el de una muñeca vieja. Sumado a esto, la soledad no se disfruta ni con una cuenta de Netflix.
Yo digo que es mi dualidad: la parte que perdona y la parte que se molesta conmigo, como en las pelis que uno de los gemelos es medio cabrón. Pero aquél (un médico) dice que es otra cosa, y que me la puede quitar en un pim pam.
No tengo miedo y me siento bien. Es una gran prueba y la quiero superar: nadie que te mime en tu primera cirugía, ni sentirse pequeño. Sólo eso.


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